Y yo… volví a escribirle al amor, sin
lágrimas ni sufrimientos, porque sin darme cuenta entendí que este sentimiento
florece de pequeños detalles, de las sonrisas que brotan a mitad de los besos,
de las pupilas que se dilatan cuando se habla de un futuro a su lado, de esos
amigos que se vuelven familia, de esa familia que se vuelven amigos, de las
personas que aunque no estén juntas por un tiempo se merecen de por vida, de
una conquista a lo antiguo, de donde las miradas sean versos y los besos estén
llenos de amor sincero, de esos que sin darnos pena ni miedo inundaban los días
de la persona más importante en nuestra vida, de esa mujer que se aguantó 9
meses para darnos la posibilidad de experimentar lo bonito que es amar.