Llega un momento en donde te es necesario sentarte y
calentar agua para tomar un té negro, de esos que te alivian, de esos que
mientras se enfrían un poco te hacen pensar en lo que sucederá de ahora en
adelante, claramente todo esto va sujeto de las canciones de La Oreja de Van
Gogh, en especial rosas, a un volumen moderado pero alcanzable al corazón, las
lágrimas son personajes principales de la escena y el cerebro se ha ido a
descansar, solo las letras y mucha soledad me acompañan esta tarde del 21 de
abril del 2016, porque mirar la fecha me ha causado tanto daño si soy de las
que piensa que las fechas no atan? Tal vez no soy la que creía que era y ¡Sí!
este intercambio me ha dado motivos de sobra para entender que no soy esa;
mientras pienso en acordar una nueva cita con mi supervisora de trabajo de
grado las lágrimas siguen apoderándose de mí y de fondo siguen esas canciones
que un día me hicieron tan feliz y hoy solo son notas que mi corazón procesa
lentamente.
Hace unos meses pedía a gritos estar en la posición en la que estoy, literalmente sola, sabía que era la única manera de cerrar cada uno de mis ciclos inconclusos y a pesar de que si lo logre, sigo estando como cuando llegue, desorientada, aun no entiendo porque soy una mujer que no se conforma, porque no ser feliz con una persona y ya, porque no solo quedarme con un enfoque de mi carrera o un campo y ser feliz y ya. Por qué quiero más y más, si eso me trae tantos cuestionamientos y por ende tantos vídeos en la cabeza, porque no solo soy como las cagonas de mi edad, esas que no tienen pasados llenos de experiencias y aprendizajes, porque no solo me gusta la rumba y vivo sin importarme nada, por qué demonios amo ser la que soy, estoy llegando a pensar que el universo juega conmigo por ser tan buena onda dirían acá, pero bueno estoy dispuesta a seguir solo si mi vida sigue llena de retos y desafíos que al fin de cuentas es lo que me tiene viva…